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¿Te preocupan tus articulaciones? La artrosis es una afección que generalmente se desarrolla con la edad y, en muchos casos, puede ser causada por el desgaste natural de las articulaciones a lo largo del tiempo. Aunque no es posible prevenir por completo la artrosis en personas mayores, existen medidas que pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollarla o a retrasar su progresión.
Tabla de contenidos
La artrosis es una enfermedad degenerativa de las articulaciones que afecta principalmente a las personas mayores. No obstante, también puede presentarse en personas más jóvenes debido a posibles lesiones o a factores genéticos.
La artrosis se caracteriza por el desgaste gradual del cartílago que recubre las superficies de las articulaciones, lo que provoca dolor, inflamación y limita la movilidad de la articulación afectada.
Esta enfermedad puede afectar a varias articulaciones del cuerpo, pero es más común en las rodillas, caderas, manos y columna vertebral. Aunque no existe una cura definitiva para la artrosis, sí que disponemos de tratamientos para aliviar el dolor, mejorar la movilidad y ayudar a las personas a gestionar la enfermedad, como es el caso de la fisioterapia, los analgésicos, los cambios en el estilo de vida, etc.
Es importante tener en cuenta que la artrosis es una afección compleja y multifactorial, y en muchos casos, varios factores interactúan para contribuir a su desarrollo. Esos factores de riesgo más comunes asociados con la artrosis en personas mayores son:
Como hemos comentado, el envejecimiento natural es uno de los principales factores de riesgo para la artrosis, ya que, con el tiempo, el cartílago que recubre las articulaciones tiende a desgastarse.
La predisposición genética puede aumentar la probabilidad de desarrollar artrosis. Si tienes familiares cercanos que han tenido la enfermedad de artrosis, es posible que tengas un mayor riesgo.
Haber sufrido lesiones en las articulaciones, ya sea por un accidente o por actividades deportivas, puede aumentar el riesgo de artrosis en la edad adulta. Esto es así porque las lesiones pueden dañar el cartílago y hacer que sea más propenso al desgaste futuro.
Tener exceso de peso corporal provoca una presión adicional sobre las articulaciones de carga, como las rodillas y las caderas, lo cual aumenta el riesgo de desarrollar artrosis en esas articulaciones.
La actividad física practicada de forma regular y adecuada fortalece los músculos que protegen las articulaciones. Sin embargo, la falta de actividad física o la práctica inadecuada de las articulaciones pueden contribuir al deterioro del cartílago.
Algunos estudios sugieren que la falta de estrógenos, que se da en las mujeres posmenopáusicas, pueden desempeñar un papel clave en el desarrollo de la artrosis.
Las personas con problemas biomecánicos en las articulaciones, como una mala alineación o una deformidad, pueden aumentar la carga sobre ciertas áreas del cartílago, lo que lleva a un mayor desgaste.
Otra de las posibles causas de la artrosis es la presencia de inflamación crónica en las articulaciones, lo que se conoce como artritis reumatoide. Esto puede contribuir al daño del cartílago y al desarrollo de la artrosis.
Algunos trabajos que requieren movimientos repetitivos o levantar objetos pesados pueden aumentar el riesgo de artrosis en ciertas articulaciones, como las manos, hombros o la columna vertebral.
Determinadas afecciones metabólicas como la gota o la hemocromatosis también pueden aumentar el riesgo de desarrollar artrosis en personas mayores.
La artrosis es una enfermedad progresiva, por lo que en la persona mayor es más grave, más frecuente y más debilitante, y puede llevar a la discapacidad. Las personas mayores que padecen artrosis pueden experimentar una variedad de síntomas. La identificación temprana de estos síntomas es el primer paso para el manejo adecuado de esta afección:
El dolor es uno de los síntomas más característicos de la artrosis. Puede ser leve al principio, pero con el tiempo puede volverse más intenso y constante. Por lo general, el dolor tiende a empeorar con la actividad y mejorar con el reposo.
Otro de los síntomas habituales de la artrosis en personas mayores es la rigidez en las articulaciones afectadas, especialmente por la mañana al levantarse de la cama o después de períodos de descanso e inactividad. Esta rigidez puede dificultar el movimiento normal de la articulación.
En algunos casos, las articulaciones afectadas pueden inflamarse, lo que provoca hinchazón, calor y enrojecimiento en la zona. Sin embargo, la inflamación en la artrosis suele ser menos pronunciada que en otras enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide, con la que en ocasiones se confunde con la artrosis.
Al mover la articulación afectada, es posible que se escuchen ruidos como chasquidos o crujidos. Estos sonidos pueden ser causados por el roce de los huesos debido al desgaste del cartílago.
Con el paso del tiempo, la artrosis puede limitar la capacidad de mover la articulación afectada de manera completa y cómoda. Es por eso que muchas personas mayores encuentran una gran dificultad para realizar actividades diarias, como caminar, subir escaleras o agarrar objetos.
En casos avanzados de artrosis, las articulaciones pueden deformarse y mostrar cambios visibles en la forma de la articulación y, como consecuencia, en una disminución de la funcionalidad de esa articulación.
En ocasiones, el dolor de la artrosis no solo se siente en la articulación, sino también en otras áreas cercanas, lo cual puede dificultar la identificación de la fuente exacta del dolor.
Aunque no es posible prevenir por completo la artrosis en personas mayores, sí que podemos seguir una serie de recomendaciones que ayudan a reducir el riesgo de desarrollarla o a tratar de retrasar su progresión lo máximo posible:
La artrosis en personas mayores puede llevar a la frustración por la pérdida de autonomía e independencia. La inseguridad debido al miedo a sufrir caídas y lesiones hace que las personas mayores se vuelvan más cautelosas en su movilidad y, con ello, reduzcan su participación en actividades sociales, lo cual redunda aún más en los problemas emocionales de nuestros mayores.
Todos estos condicionantes físicos y emocionales que conlleva la artrosis en personas mayores es algo que tenemos muy presente en el día a día de nuestras residencias y centros de día Bouco. En nuestros centros contamos con diferentes especialistas, como enfermeros, fisioterapeutas, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, psicólogos, etc. que diseñan un plan de rehabilitación adaptado a las necesidades de cada paciente, que realizamos en nuestras propias instalaciones. El trabajo diario con nuestros mayores permite aliviar el dolor y mejorar la movilidad y su calidad de vida para que puedan disfrutar de cada día al máximo sin que la artrosis les detenga.