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La vitamina D es imprescindible para nuestro organismo, porque ayuda a absorber y fijar el calcio, que es uno de los principales componentes de los huesos. Las personas que padecen un déficit de esta vitamina tienen un mayor riesgo de desarrollar osteoporosis, lo que aumenta la posibilidad de sufrir caídas y, por consiguiente, fracturas. Asimismo, la deficiencia de vitamina D también está asociada a la disminución de la fuerza muscular y del rendimiento físico.
La vitamina D es fundamental a cualquier edad, pero más aún para las personas mayores que requieren niveles más elevados de esta vitamina para mantener la salud ósea, la fuerza muscular y, de esta manera, evitar el deterioro, tanto físico como cognitivo, y retrasar situaciones de dependencia.
Además, los investigadores están estudiando la relación entre la carencia de vitamina D y una mayor probabilidad de padecer diabetes, presión arterial alta, cáncer y enfermedades cardiacas e, incluso, autoinmunes.
¿Cómo se obtiene la vitamina D?
Las vitaminas, en general, no pueden ser sintetizadas por el organismo humano. Por lo tanto, deben ser aportadas desde el exterior, habitualmente a través de la alimentación, aunque hay algunas que penetran por la piel.
Las personas podemos obtener vitamina D de tres maneras:
En Bouco, para conseguir que los mayores tengan unos niveles óptimos de vitamina D, elaboran dietas ricas en todas las vitaminas, incluidas la vitamina D y también el calcio, mineral fundamental para mantener una calidad ósea. Además, organizan actividades al aire libre, tanto en las zonas comunes (manualidades, jardinería, meriendas en el jardín…) como fuera del centro (excursiones, paseos por la playa, salidas al parque, día de piscina, gimnasia acuática, etc.) con la idea de que puedan tomar el sol, aunque siempre con precaución, evitando las horas centrales del día y procurando que el residente no pase demasiado calor.
Exposición al sol
Tomar el sol es la forma más eficaz y sencilla de obtener vitamina D, ya que los alimentos no contienen cantidades suficientes.
Pero cuidado, porque la radiación ultravioleta B también es responsable del envejecimiento de la piel y provoca distintos tipos de cáncer. Entonces, ¿cómo aunar la necesidad de vitamina D con los riesgos que implica tomar el sol? La solución al dilema estaría en tomar el sol durante cortos periodos de tiempo y nunca en las horas de máxima radiación. En este sentido, algunos especialistas recomiendan exponerse al sol sin protección solar 15 minutos al día, tres días a la semana, a primera hora de la mañana o al atardecer. Puedes dar un paseo, practicar alguna actividad al aire libre, tumbarte a leer un libro… Pero si percibes que tu piel comienza a calentarse demasiado o a enrojecer, cúbrete y ponte a la sombra.
Para que nuestro organismo tenga siempre unos niveles similares de vitamina D, debemos tomar el sol de manera regular durante todo el año. Pero si vives en una zona donde el sol brilla por su ausencia, tanto en verano como en invierno, tendrás que prestar especial atención a tu alimentación y consultar con un especialista la conveniencia de tomar suplementos de vitamina D.