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Sabemos que a medida que envejecemos, el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares tiende a aumentar. El primer paso para cuidar el corazón es prevenir los factores de riesgo cardiovasculares y seguir un estilo de vida que incluya hábitos saludables para el corazón.
Pero, ¿a partir de qué edad debemos extremar nuestros hábitos saludables cardiovasculares? Lo cierto es que es difícil poner un límite de edad, ya que siempre hay que individualizar los riesgos de cada persona, pero, como norma general, la Sección de Cardiología Geriátrica de la Sociedad Española de Cardiología indica que “a partir de los 55-60 años en varones y de los 60-65 años en mujeres hay un punto de inflexión a partir del cual la edad sí parece suponer un incremento del riesgo cardiovascular”
Por tanto, el envejecimiento es un importante factor de riesgo cardiovascular responsable, en parte, de la aparición de aterosclerosis que acentúa su riesgo si, además, existen otros factores como el tabaquismo, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la diabetes o antecedentes familiares de cardiopatía isquémica precoz.
Tabla de contenidos
Si nos centramos en las personas mayores, el riesgo de enfermedad cardiovascular aumenta debido a una combinación de factores, incluyendo el envejecimiento natural del cuerpo y la acumulación de exposiciones a factores de riesgo a lo largo de la vida. Estos son los principales riesgos asociados con las enfermedades cardiovasculares en personas mayores:
Con el envejecimiento, es común que las arterias se estrechen, se endurezcan y acumulen depósitos de grasa. Esto es lo que conocemos como aterosclerosis, una enfermedad de las arterias coronarias, que aumenta el riesgo de angina de pecho y ataques cardíacos.
La tensión arterial es la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias. Con la edad, la presión arterial tiende a aumentar. Y cuanto más alta es, más esfuerzo debe realizar el corazón para bombear la sangre hacia todo el cuerpo. Este sobreesfuerzo aumenta el riesgo de daño en el corazón y otros órganos, como el cerebro o los riñones.
Si quieres conocer más información acerca del manejo de la hipertensión en personas mayores puedes leer este otro artículo.
Colesterol
Si tenemos un exceso de colesterol en sangre (hipercolesterolemia), es posible que acabe acumulándose en las paredes de las arterias, aumentando así las probabilidades de que se obstruyan, dando lugar a una enfermedad cardiovascular. El exceso de peso y la obesidad, la falta de actividad física, llevar una dieta poco saludable, el hipotiroidismo, así como los antecedentes familiares son la causa del aumento del colesterol.
Diabetes
La diabetes mellitus es una enfermedad que aparece cuando el páncreas no es capaz de fabricar insulina suficiente (diabetes tipo 1) o, aunque se fabrique insulina, las células se vuelven resistentes a esta hormona (diabetes tipo 2). La insulina se encarga de facilitar la entrada de la glucosa de los alimentos en las células de nuestro organismo. Si la diabetes no está bien controlada, la glucosa de los alimentos se queda en el torrente sanguíneo (hiperglucemia) y esto, a su vez, provoca un daño en los vasos sanguíneos
y el estrechamiento de las arterias (aterosclerosis), lo cual supone una obstrucción de las arterias (macro y microangiopatía) con el consiguiente riesgo cardiovascular.
La obesidad y el sobrepeso suponen una acumulación de grasas en el organismo que puede poner en riesgo nuestra salud. Además, una persona con obesidad o sobrepeso suele tener otros factores de riesgo asociados, como el colesterol, hipertensión arterial y los niveles de azúcar en sangre por encima de lo normal, lo cual multiplica el riesgo de sufrir un evento cardiovascular.
El tabaco eleva la frecuencia cardíaca, endurece las arterias y favorece la aterosclerosis, lo que provoca que el corazón tenga que realizar un mayor esfuerzo para funcionar correctamente. Por eso, cuando fumas multiplicas por 3 el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o una angina de pecho.
El estrés crónico y el insomnio, que son factores asociados al malestar emocional, están relacionados con mayor número de eventos cardiovasculares.
También la inactividad física y la mala alimentación a lo largo del tiempo aumentan el riesgo de padecer un evento cardiovascular.
Otro factor de riesgo a tener en cuenta en las personas mayores es que, a menudo, toman múltiples medicamentos para tratar diversas afecciones. La interacción entre estos medicamentos y sus efectos secundarios puede influir en la salud cardiovascular.
Cuidar el corazón y evitar enfermedades cardiovasculares está, en gran medida, en nuestras manos. Tenemos que ser conscientes de que con un cambio de hábitos podemos conseguir llevar a cabo un estilo de vida saludable:
La alimentación es clave para cuidar el corazón. Prioriza una alimentación rica en frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables como las que se encuentran en el aceite de oliva. A su vez, limita el consumo de alimentos procesados, grasas saturadas, azúcares añadidos, bebidas con alcohol y también la sal.
Haz ejercicio a diario, aunque sea caminar media hora. Es conveniente incorporar al menos 150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de actividad vigorosa por semana. Esto puede incluir caminar, nadar, andar en bicicleta u otras formas de ejercicio con las que disfrutes y estén adaptadas a tu condición física.
Mantén un peso corporal saludable mediante una combinación de dieta equilibrada y ejercicio regular. Recuerda que la obesidad puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El tabaquismo es un importante factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares. Dejar de fumar tiene beneficios inmediatos y a largo plazo para la salud de tu corazón.
Practica técnicas de manejo del estrés como la meditación, la respiración profunda o el yoga. Está comprobado que reducir el estrés contribuye positivamente a mantener la salud del corazón.
Dormir las horas suficientes y conseguir que el sueño sea reparador y de calidad es esencial para la salud cardiovascular. Para ello, intenta mantener una rutina de sueño regular y crea un ambiente propicio para descansar.
La felicidad es también una herramienta para cuidar el corazón. Las relaciones sociales saludables pueden tener beneficios para la salud mental y emocional. En general, tener una actitud positiva ante la vida y disfrutar de un bienestar psicológico tienen un efecto beneficioso en la salud cardiovascular.
En Bouco, el cuidado del corazón se convierte en una prioridad esencial para garantizar la salud y el bienestar general de nuestros mayores. Para ello, nuestros médicos realizan evaluaciones regulares de la salud de cada residente y garantizan la toma de medicamentos, según prescripción médica. También ofrecemos distintas dietas saludables, equilibradas y adaptadas a las necesidades de nuestros residentes.
En los diferentes centros de Bouco tenemos implementados programas de ejercicio adaptados a las necesidades y capacidades individuales de los residentes. Además, ofrecemos actividades y programas para personas mayores que ayudan a gestionar el estrés, como sesiones de relajación, terapia artística, música suave … todo ello en un entorno tranquilo y agradable. Todas estas actividades facilitan la interacción social entre los residentes y previenen la depresión, con los consiguientes beneficios para la salud mental y emocional que, a su vez, influyen positivamente en la salud cardiovascular.
La implementación de estas estrategias contribuye a un enfoque integral del cuidado del corazón, a la prevención de los problemas de circulación y a la consecución de un envejecimiento activo en los diferentes Centros de Día y Residencias Bouco, promoviendo así la salud cardiovascular y mejorando la calidad de vida de nuestros mayores.