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Mantenerse correctamente hidratado es fundamental para un buen estado de salud y un envejecimiento saludable. En verano, las personas mayores deben tener especial cuidado porque se suda más por el calor y su sensación de sed está reducida, lo que les puede llevar a ingerir menos cantidad de líquido del que necesitan. Beber agua, infusiones, leche, batidos, zumos, gazpacho, etc. y tomar alimentos con importantes cantidades de agua, como la fruta y la verdura, favorece una mejor hidratación. El problema surge cuando estas personas mayores presentan disfagia o dificultad para tragar, en cuyo caso, es necesario modificar las texturas. Gelatinas, aguas gelificadas y la comida texturizada son recursos muy interesantes para lograr una hidratación correcta en caso de disfagia.
La disfagia es la dificultad para deglutir o tragar alimentos, tanto sólidos como líquidos, e incluso la saliva. Esta dolencia puede provocar tos y atragantamientos, que se puede complicar si los alimentos pasan a las vías respiratorias, lo que podría producir una infección pulmonar grave e, incluso, una neumonía.
El propio proceso de envejecimiento es una causa en sí misma de la disfagia por el debilitamiento de los músculos implicados en acción de masticar y tragar, la pérdida de piezas dentales o la reducción de la salivación. Las personas con enfermedades neurodegenerativas, como alzhéimer o párkinson, también tienen mayor riesgo de padecer disfagia.
Cuidado con la desnutrición y la deshidratación
El enorme esfuerzo que supone para las personas con disfagia beber y/o comer, puede provocar desnutrición y deshidratación. De ahí la importancia de planificar una correcta alimentación, que exige la modificación de la textura de los alimentos.
“Tanto si la persona padece disfagia a sólidos como a líquidos o a ambos, los alimentos deben tener una consistencia suave y uniforme”, explican desde el Departamento Sanitario de Bouco.
Por una parte, los sólidos deben presentarse triturados y evitar las dobles texturas que pueden encontrarse en platos como lentejas, sopas, bizcocho mojado en leche, etc. En este sentido, los chefs de los centros Bouco preparan comidas texturizadas para los residentes con problemas de deglución, que modifican la textura de la comida, preservando los sabores y garantizando el aporte nutricional que necesitan y, todo ello, sin descuidar una atractiva presentación.
Por otra parte, los alimentos líquidos, como agua, leche, zumos o caldos, deben mantener una consistencia fina pero espesada. Para ello, las gelatinas y las aguas gelificadas se convierten en perfectas aliadas para que la persona con disfagia esté hidratada, porque en su mayoría son agua y ofrecen una consistencia resbaladiza, que evita que el alimento líquido quede retenido en la garganta, y cohesiva, que permite que no se divida o fragmente fácilmente ni que se pegue en el paladar. Además, proporcionan una sensación de frescor en la boca, muy agradable y refrescante en los meses de verano.
Tipos de espesantes
No todos espesantes tienen las mismas propiedades ni se comportan de la misma manera. Por tanto, “cuando buscamos modificar la textura de los líquidos debemos tener en cuenta los diferentes tipos de espesantes que existen”, advierten los profesionales de Bouco.
Las gelatinas comerciales están elaboradas con colágeno que le confieren su viscosidad pudín, pero esa textura no se mantiene estable cuando entra en contacto con la boca o se encuentra a una temperatura superior a 25ºC. Entonces, esa viscosidad se transforma en líquido y aumenta el riesgo de atragantamiento de las personas con disfagia. Por lo tanto, es un producto con el que hay que tener cierta precaución. Respecto a sus propiedades nutricionales, es una importante fuente de proteínas y aminoácidos esenciales.
Por su parte, las aguas gelificadas, elaboradas con gomas, mantienen su textura a temperatura ambiente y en contacto con la boca, y se pueden mezclar con otros alimentos como yogur, flan, natillas, papillas de frutas, etc. “De esta manera, son seguras para hidratar a personas con disfagia, ya que el alimento se deshace en el estómago”, sostienen.
En el mercado también se encuentran espesantes comerciales a base de almidón, maltodextrinas y gomas, que mantienen una consistencia adecuada y no se modifican en contacto con la saliva.
También existen espesantes naturales a los que podemos recurrir para lograr la textura deseada en casa. El problema es que no espesan a cualquier temperatura y algunos de ellos alteran el sabor de los alimentos.