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Según los expertos, cuando nos hacemos mayores necesitamos tener una dieta adecuada con un aporte de alimentos ricos en proteínas con el fin de preservar la masa muscular, máxime si se pierde peso, se padece una enfermedad crónica o aguda, o se está en el hospital. Durante estos periodos, que resultan más estresantes, el cuerpo de las personas mayores no procesa de manera eficiente las proteínas, por lo que requieren ingerir más cantidad para mantener la masa muscular y la fuerza, la salud ósea y otras funciones básicas.
Las proteínas pueden ser de origen animal o vegetal y se encuentran sobre todo en la carne, huevos, pescado, lácteos, legumbres (garbanzos, guisantes, lentejas, judías, habas…), cereales (arroz, maíz, trigo) y frutos secos (nueces, almendras, avellanas, pistachos…).
Las proteínas de origen animal son de alto valor biológico porque contienen los nueve aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita. Esto significa que son más completas que las de origen vegetal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece como ideal que el 15 % de las calorías diarias que se ingieran procedan de las proteínas (lo que equivale a 0,8 gramos por kilo que pesa la persona al día), el 55 % de los hidratos de carbono y el 30 % de las grasas. Sin embargo, “esta cifra de proteínas es baja porque en el envejecimiento están disminuidas las reservas proteicas en el músculo y su eficacia, por lo que se recomienda una ingesta de entre 1 y 1,25 gramos por kilo que pesa la persona al día”, explica la directora Sanitaria de Bouco, Victoria Pérez.
Por otra parte, hay estudios que determinan que un tercio de las personas mayores no comen una cantidad adecuada de proteínas. Las razones son tan variadas como la falta de apetitito, problemas dentales, dificultad para tragar (disfagia), pérdida de sensibilidad gustativa, incluso restricciones económicas. Esta nutrición deficiente, unida a una tendencia más sedentaria en estas edades, predispone al deterioro más acusado de los músculos, lo que compromete la movilidad y la autonomía.
Además, ingerir menos cantidad de proteínas de las recomendadas también puede influir de forma negativa en el correcto funcionamiento del cerebro, provocando pérdida de memoria, dificultad en el aprendizaje o falta de concentración. Por lo que las personas mayores deben comer más proteínas.
Estudios recientes ponen de manifiesto que las personas mayores que consumen una cantidad adecuada de proteínas mantienen mejor su capacidad para realizar las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) como vestirse, levantarse de la cama, subir o bajar escaleras, cocinar, etc.
Las proteínas no se pueden almacenar, los nutricionistas aconsejan repartir su ingesta en las diferentes comidas del día. “Las personas mayores deben comer de 25 a 30 gramos de proteína por comida”, indica Victoria Pérez. Es frecuente que se incluyan proteínas en el almuerzo y en la cena, pero no tanto en el desayuno. Es en esta comida donde debe reforzarse la ingesta, complementando los lácteos (leche, yogur, queso, etc.) y cereales (pan, galletas, cereales …) con huevo, pavo o cualquier otro alimento más proteico.
Las personas mayores tienen que disfrutar de una dieta adecuada a la edad, y adaptada a las patologías principales del mayor, satisfaciendo sus requerimientos nutricionales. Por ello, en Bouco disponen de cocina propia, donde se preparan menús adaptados a las necesidades de los residentes, diseñados por un nutricionista y revisados por el servicio médico.