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Una rotura de fémur en personas mayores es una lesión grave que puede tener importantes consecuencias físicas y emocionales. Recordemos que el fémur es el hueso más largo y fuerte del cuerpo, pero no debemos entender este problema de salud como una simple fractura de un hueso largo, sino como una grave condición que afecta a la situación fisiológica y funcional de la persona y hace que sus enfermedades de base, se descompensan.
Esto sucede porque la mayoría de las roturas de fémur en ancianos ocurren en el cuello femoral o en otras áreas cercanas a la articulación de la cadera, lo cual conlleva importantes consecuencias en cuanto a la movilidad, independencia y calidad de vida. De hecho, las tasas de letalidad por un fémur roto en ancianos son muy elevadas, oscilan entre el 26 y el 33% al año de sufrir la fractura. Y menos de la mitad de las personas mayores que sufren esta lesión, consiguen volver a caminar como antes.
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Existen diferentes tipos de fracturas de fémur. Teniendo en cuenta su localización, la fractura de fémur puede ser:
Son fracturas que se producen a nivel del cuello y la cabeza del fémur, y son generalmente dentro de la cápsula, que es la envoltura de tejido blando que contiene el fluido de lubricación y nutrición de la articulación de la cadera. Este tipo de fractura puede conllevar la pérdida del suministro de sangre al hueso, con el consiguiente riesgo alto de necrosis.
Llamamos así a la fractura que se produce entre el cuello del fémur y el trocánter mayor y el trocánter menor. El trocánter menor y mayor son dos prominencias óseas que actúan como punto de unión con músculos importantes de la cadera. Son fracturas extracapsulares, por lo que rara vez comprometen la irrigación de la cabeza del fémur, por lo tanto, el riesgo de necrosis es mínimo.
Esta fractura se produce por debajo del trocánter menor, concretamente en una región entre el trocánter menor y un área de aproximadamente de entre 5-6 cm por debajo, es decir, por debajo de los trocánteres y cerca del resto del hueso.
Es aquella que se produce a lo largo del resto del fémur y puede ser de diferentes tipos, como fracturas en espiral, oblicuas o transversales.
La recuperación de una rotura de fémur en personas mayores puede ser un proceso largo, llegando incluso a tardar 6 meses en sanar por completo. No obstante, la duración y el éxito de la recuperación dependen de varios factores, incluyendo la gravedad de la fractura, la salud del paciente, la presencia de condiciones médicas preexistentes y la rapidez con la que se inicie el tratamiento y la rehabilitación.
Cuando se produce una rotura de fémur en personas mayores, la primera consecuencia es el dolor intenso. Además de la medicación, va a ser necesario inmovilizar a la persona y posiblemente requerira la colocación de un dispositivo ortopédico para estabilizar la fractura.
En la mayoría de los casos de fémur roto en ancianos, es necesario pasar por quirófano para alinear y fijar el hueso.
Tras la cirugía y el alta hospitalaria no finaliza el proceso, sino que comienza el tratamiento de fisioterapia para que la persona pueda recuperar la fuerza y la movilidad. También, en algunos casos, puede ser necesaria la terapia ocupacional para ayudar a la persona a adaptarse a las limitaciones temporales o permanentes que se hayan generado.
Este proceso de rehabilitación suele ser prolongado y puede realizarse en el domicilio o bien en centros sociosanitarios. Pero teniendo en cuenta que un mes después de la cirugía, la mayoría de las personas mayores aún no pueden desplazarse solas, muchos prefieren trasladarse a un centro residencial en sustitución de su hogar para así poder tener la ayuda y los cuidados necesarios hasta recuperar la autonomía.
También hay que tener en cuenta que, durante la recuperación, la persona va a ver afectadas sus capacidades para realizar actividades cotidianas de manera independiente, lo cual, a su vez, supone un impacto emocional que se añade a la situación física.
Para ayudar a una persona mayor que ha sufrido una rotura de fémur es necesario dedicar mucho tiempo de atención y cuidados con grandes dosis de paciencia. Hay que tener cuenta que será necesario realizar cambios, y ajustes, para adaptarse a las nuevas circunstancias:
Asegúrate de que la persona reciba atención médica inmediata y siga el plan de tratamiento recomendado por los profesionales de la salud. Tendrás que estar pendiente de administrar los medicamentos recetados, ayudar en las sesiones de fisioterapia y acompañar al mayor a las citas médicas para asegurar que comprende las indicaciones y el plan de tratamiento.
Tendrás que hacer modificaciones en el hogar para garantizar un entorno seguro, como la instalación de pasamanos, barras de sujeción, una nueva cama, reubicar los muebles para que todo sea más accesible y la eliminación de obstáculos para conseguir espacios más despejados.
Tendrás que ayudar a la persona a moverse, respetando las restricciones y recomendaciones médicas. Para ello, podrá usar dispositivos de ayuda como muletas, andadores o sillas de ruedas según sea necesario.
Tras la rotura de fémur en personas mayores, es muy necesario proporcionar asistencia en las actividades cotidianas, como vestirse, bañarse, cocinar, … Habrá que adaptar el entorno lo máximo posible para facilitar estas actividades.
No olvides proporcionar actividades para mantener la mente activa y prevenir el deterioro cognitivo durante el período de recuperación, como lectura, juegos de mesa, puzzles, cálculo, escritura, palabras cruzadas, sudokus u otras siguiendo aplicaciones específicas (a modo de ejemplo).
Del mismo modo que damos cuidados y atención a la persona mayor, también debemos animarla a ser lo más independiente posible, dentro de las limitaciones de su lesión, y que realice determinadas tareas ligeras por sí misma.
Comprende que una fractura de fémur puede ser una experiencia dolorosa y desmotivadora. Ofrece apoyo emocional y escucha sus preocupaciones. La ansiedad y el miedo pueden ser parte de la recuperación.
El papel del cuidador es esencial para conseguir una óptima recuperación, pero recuerda que puedes involucrar a otros miembros de la familia, o amigos, para distribuir las responsabilidades. O bien, puedes recurrir a un centro especializado en rehabilitación atendido por diferentes profesionales de la salud altamente capacitados: médicos rehabilitadores, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y nutricionistas. Además de ser un entorno seguro y estimulante para los pacientes, los centros especializados de Bouco te garantizan un cuidado integral, y continuo, hasta que la persona recupere su autonomía.