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A medida que cumplimos años y el cuerpo envejece,pueden aparecer ciertas enfermedades como la hipertensión y la hipotensión. La prevalencia de hipertensión en España es alta. Según datos de la Sociedad Española de Cardiología el 42,6% de la población adulta española de edad igual o superior a 18 años es hipertensa, más en el caso de los varones (49,9%) que las mujeres (37,1%). Debemos tratar de mantener la tensión arterial regulada a cualquier edad, pero especialmente si se da tensión alta en personas mayores de forma habitual, ya que los riesgos de salud asociados pueden ser muy graves.
Recordemos que la tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre al circular sobre las paredes de las venas. Esa fuerza es necesaria para poder hacer que la sangre, que transporta oxígeno y nutrientes, llegue a todo el organismo. Pero si esa fuerza es exagerada, o es poca, o está descompensada, podemos tener problemas importantes, como son las enfermedades cardiovasculares y renales.
Según la Fundación Española del Corazón los niveles normales de presión arterial sistólica (máxima) están entre 120-139 mmHg, y las de diastólica (mínima) entre 80 y 89 mmHg. Cifras más bajas también pueden considerarse normales, siempre que no provoquen ningún síntoma.
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¿Por qué sube la tensión arterial con la edad? La respuesta la encontramos en varios factores:
La hipertensión a menudo no presenta síntomas evidentes, por lo que es conocida como «el asesino silencioso». La única manera de saberlo es midiéndola y llevando un registro que podemos hacer en casa o en el centro de salud. No obstante, si hay una gran subida de tensión repentina, sí que podemos notar una serie de síntomas:
La hipertensión arterial en personas mayores puede aumentar el riesgo de diversas complicaciones y condiciones de salud. Algunos de los riesgos y consecuencias asociados a la presión arterial alta en personas mayores son:
La hipertensión es un factor de riesgo importante para enfermedades del corazón, como la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardíaca y los infartos. La presión arterial alta puede dañar las arterias coronarias y aumentar la carga de trabajo del corazón, ya que cuando la presión arterial es alta, el corazón tiene que trabajar más para bombear la sangre. De este modo, si el corazón no puede bombear suficiente sangre para satisfacer las necesidades del cuerpo, se produce una insuficiencia cardíaca.
La presión arterial alta es un factor de riesgo significativo para los accidentes cerebrovasculares. Puede dañar las arterias cerebrales o provocar la formación de coágulos sanguíneos que pueden bloquear el flujo sanguíneo al cerebro.
La hipertensión puede dañar los pequeños vasos sanguíneos en los riñones y aumentar el riesgo de enfermedad renal crónica.
La hipertensión no controlada puede afectar los vasos sanguíneos en los ojos, lo que puede llevar a problemas de visión e incluso a la pérdida de la visión.
Algunas investigaciones sugieren que la presión arterial alta podría estar asociada con un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia en personas mayores afectando a la capacidad para pensar, recordar y aprender.
La presión arterial alta puede debilitar las paredes de los vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de formación de aneurismas (dilataciones anormales de los vasos sanguíneos). Si un aneurisma se rompe, puede poner en riesgo la vida.
La presión arterial alta puede afectar la circulación sanguínea en las extremidades, lo que puede dar lugar a la insuficiencia arterial periférica.
La hipertensión puede contribuir a trastornos del sueño, como la apnea del sueño, lo que a su vez puede aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares.
Los riesgos de la hipertensión pueden reducirse o prevenirse en gran medida mediante la adopción de un estilo de vida saludable que incluya:
Disminuir la ingesta de sodio puede ayudar a controlar la presión arterial. Esto implica evitar alimentos procesados y añadir menos sal a las comidas. También es esencial seguir una dieta rica en frutas, verduras, frutos secos, cereales, proteínas magras y productos lácteos bajos en grasa. Por último, usar aceite de oliva como grasa principal
La actividad física regular, como caminar, nadar o hacer ejercicios de bajo impacto, puede ayudar a mantener la salud cardiovascular y controlar la presión arterial.
La pérdida de peso puede ayudar a reducir la presión arterial en personas con sobrepeso u obesidad. Esto generalmente se logra a través de una combinación de dieta y ejercicio.
El consumo moderado de alcohol puede ser aceptable, pero el exceso de alcohol puede aumentar la presión arterial, por lo que se recomienda limitar la ingesta de alcohol, especialmente en personas mayores.
Fumar puede aumentar la presión arterial y también aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, por lo que abandonar este hábito es muy beneficioso para la salud en general.
La gestión del estrés a través de técnicas como la meditación, la respiración profunda, el yoga o la práctica de hobbies relajantes puede contribuir al control de la presión arterial.
En muchos casos es necesario combinar el cambio de hábitos con tratamientos farmacológicos (diuréticos, betabloqueantes, inhibidores de la ECA) que son siempre bajo prescripción médica. Es importante tomar los medicamentos según las indicaciones y programar revisiones regulares para ajustar la dosis según sea necesario.
Muchas enfermedades, como la hipertensión y sus consecuencias, pueden aumentar la dependencia de las personas mayores. Es por eso que en los Centros de Día y Residencias de Bouco cuidamos al máximo la alimentación y control médico de nuestros mayores con hipertensión, ofreciendo además actividades que propician el ejercicio y el mantenimiento físico y cognitivo que garantizan una buena calidad de vida.